Las primeras semanas después del parto – Lo explica la matrona
Durante muchas semanas después del parto, tu vida será una mezcla de emociones y cambios. Podrías experimentar sensaciones abrumadoras de impotencia, incertidumbre, pero sobre todo de felicidad. Has dado luz a un bebé que depende totalmente de ti para sobrevivir. Es una emoción maravillosa si bien no deja de provocar ansiedad.
Cuando das a luz, las primeras semanas, o incluso los primeros años, pueden ser difíciles. Tu vida consiste ahora principalmente en los llantos del bebé, la privación del sueño, el amamantamiento y los pañales. Es un período estupendo, pero difícil. En esta publicación, te prepararé para lo que puedes esperarte en las primeras semanas de maternidad y compartiré algunas cosas que hay que saber después de dar a luz.
Qué le ocurre a tu cuerpo tras el parto
Tras el parto, pasarás los primeros días en el hospital o en casa. Los protocolos del hospital y el grado de complejidad del parto determinarán cuándo podrás llevarte el bebé a casa. Sea como fuere, tu cuerpo se ha sometido a un esfuerzo enorme y ha logrado una gran hazaña, y sentirá los efectos durante un tiempo. Estas son algunas de las cosas que te puedes esperar en los primeros días después del parto.
Cambios corporales
Durante el embarazo, tu cuerpo sufre transformaciones que tardan un poco en desaparecer, o que, en ocasiones, no desaparecen. Durante las primeras semanas después del parto, te seguirás viendo como cuando estabas embarazada. El útero necesita tiempo para contraerse, los órganos deben volver a su lugar y los músculos abdominales se han separado. Tu estómago tardará unas cuantas semanas en recuperar un aspecto razonablemente normal y, con el tiempo, las estrías resultarán menos marcadas. En general, un embarazo y un parto dejan secuelas y cambian tu aspecto físico.
Sangrado
Durante los primeros días después del parto, puede haber un poco de sangrado, el cual disminuirá poco a poco con el pasar de las semanas. También es bastante común que aparezcan grumos de sangre, debido a una posible acumulación de coágulos en el útero. Notarás que aparecen sobre todo cuando estás de pie o mientras te duchas.
Entiendo que esto te pueda asustar, pero es totalmente normal, siempre y cuando empiece a disminuir al cabo de unos días; basta con prestar un poco de atención a cómo se van presentando las cosas. Ponte en contacto con tu médico si el sangrado no disminuye después de unos días, o si siguen apareciendo grumos de sangre, puesto que podría ser señal de la presencia de restos de placenta o de membrana amniótica que hay que extraer del útero.
Desgarros y riesgo de infección
Tras el parto, el cuerpo necesita tiempo para recuperarse. Si te han puesto puntos, estos se reabsorberán por sí solos en unas semanas o tienes que acudir al médico para que te los quite. Esto te lo aclararán después del parto.
Asegúrate de tener suficientes toallas sanitarias grandes que se adapten a la ropa interior de maternidad. Te recomiendo poner unas toallas sanitarias en el congelador antes del parto; el uso de compresas frías, envueltas en un paño o en un calcetín, puede aliviar el dolor de los desgarros en los días posteriores al parto. Evita el uso de tampones y copas menstruales debido al riesgo de infección. Evita asimismo tener relaciones sexuales sin protección e ir a la piscina.
Si el desgarro se extiende, se hincha o despide mal olor, puede ser que haya una infección. En estos casos, ponte en contacto con el médico.
Dolor tras el parto
El parto supone un gran esfuerzo físico, por lo que te sentirás adolorida después de dar a luz. Muchos comparan el dar a luz con correr una maratón, por lo que es normal que en los días sucesivos te sientas agotada tanto física como mentalmente. Por eso te recomiendo prepararte para la llegada de tu bebé antes de que venga al mundo.
También es común tener calambres o dolor abdominal. A menudo, el dolor tras el parto es peor cuando ya se ha dado luz antes y puede ser similar al dolor que se experimenta durante el trabajo de parto. Se debe al útero que se contrae, como en las contracciones reales. Para aliviar el dolor, se recomienda tomar paracetamol e ibuprofeno tras el parto.
El contacto piel con piel con tu bebé
El contacto piel con piel supone beneficios tanto para la madre como para el bebé. Cuando te tumbas con tu bebé haciendo contacto piel con piel, se libera oxitocina (la hormona del placer). Esto tiene un efecto analgésico que hace que el útero se contraiga y estimula la producción de leche materna. Además, el contacto piel con piel ayuda a estabilizar el nivel de azúcar en la sangre y la temperatura del bebé y a aumentar la conexión entre el recién nacido y la madre.
En vista de que el bebé duerme mucho durante las primeras semanas, el contacto piel con piel es una forma excelente de mantenerlo cerca mientras duerme y permite conocerse mejor y aprender a entender sus señales. Así el bebé aprende a reconocer tu olor y puede buscar libremente el pecho, lo que es sumamente importante en los primeros días hasta la subida de la leche.
Ir al baño tras el parto
Durante los primeros días después del parto, experimentarás ardor al ir al baño ya sea que tengas desgarros o solo ligeras rasgaduras o abrasiones. Para aliviar el dolor, puedes usar una botella de lavado o una ducha y verter agua tibia en el perineo mientras orinas.
Las primeras veces que vayas al baño para hacer de vientre, podrías temer que el desgarro se extienda. Puedes incluso tener la sensación de que todo se te cae; pero puedes estar segura de que no es así. Sostener el perineo con un poco de papel de baño o una compresa te puede dar la sensación de que todo permanece en su lugar. También es importante que comas alimentos ricos en fibras y bebas mucha agua para evacuar con regularidad y evitar el estreñimiento.
La lactancia materna
Si bien las madres con experiencia lo hacen parecer algo fácil, para dar pecho, al igual que para cualquier otra habilidad, se necesita conocimiento y práctica. Al principio puede resultar difícil, pero con un poco de práctica tanto tuya como del bebé iréis aprendiendo a hacerlo.
Empezar a amamantar
Poco después del parto, tendrás que empezar a amamantar a tu bebé. Para empezar con el pie derecho, presta atención a la técnica de succión del bebé. Si te causa dolor o si los pezones presentan molestias o irritaciones, la técnica de succión puede no ser la más adecuada. Una matrona o una enfermera te pueden aconsejar sobre las técnicas de succión apropiadas.
Durante los primeros días, el bebé se nutrirá de calostro, una leche amarilla densa que se produce en cantidades muy pequeñas. Al cabo de 3 o 4 días sube la leche «real» y es importante que el bebé pueda acceder al pecho libremente y se nutra con frecuencia. También es importante cambiar de pecho con frecuencia, aunque solo hasta la subida de la leche real. Los bebés nacen con reservas de glucógeno y una capa extra de grasa que les ayuda a sobrevivir mientras sube la leche, y el consumo de estas reservas hace que pierdan peso durante la primera semana de vida, lo cual es completamente normal. El bebé recuperará el peso una vez que se haya instaurado la lactancia.
Tras la subida de la leche, es importante que el bebé vacíe un pecho completamente antes de ofrecerle el otro. A menudo el pecho se vacía más a la altura del mentón del bebé. Por eso es recomendable cambiar la postura para que se vacíe desde todos los lados.
¿Con qué frecuencia amamantas al bebé?
Al principio, los recién nacidos deben alimentarse como mínimo ocho veces al día.
Tras la subida de la leche, hay que amamantarlos al menos seis veces al día; cada cuatro horas, o de ser posible, con mayor frecuencia. Estudios recientes han demostrado que las tomas frecuentes son beneficiosas para el estómago del recién nacido, y no es inusual amamantar cada hora tanto de día como de noche. La leche materna es fácilmente asimilable, lo que significa que el bebé necesita tomas cortas y frecuentes. A medida que el calostro se convierte en leche de transición y la producción aumenta, el estómago del bebé va creciendo.
Si dejas que el bebé acceda al pecho libremente, tu cuerpo empezará a producir leche materna en función de sus necesidades. Cuanto más lo amamantas, más leche producirás, y viceversa. Es muy sencillo. Si te parece que estás produciendo demasiada o demasiado poca leche, consulta con una matrona o una enfermera.
Por último, la lactancia materna aporta mucho más que alimento. La frecuencia con la que el bebé busca el pecho no depende únicamente de la capacidad de su estómago sino también de su requerimiento de seguridad, intimidad y descanso.
La lactancia nocturna
El estómago del recién nacido es muy pequeño, por lo que necesita alimentarse en poca cantidad y con mucha frecuencia, así que es normal que durante la noche se despierte varias veces con hambre. Pese a la privación del sueño que esto comporta para ti, la lactancia nocturna es altamente recomendable ya que supone muchas ventajas para ambos. En primer lugar, la producción de leche aumenta durante la noche y las tomas nocturnas estimulan la producción. Además, las tomas nocturnas calman al bebé gracias a una mayor secreción de hormonas que regulan el sueño y favorecen la relajación.
Para las tomas nocturnas es recomendable tumbarse y tener una luz tenue para que el bebé entienda pronto que es de noche y es hora de dormir.
¿Cómo sé si mi bebé tiene hambre?
Es una buena idea empezar a amamantar al bebé cuando empieza a dar muestras de tener hambre; de lo contrario, terminará por llorar, lo que dificulta la toma. Hay varias señales que te permiten entender que el bebé debe alimentarse:
Señales tempranas
- El bebé hace chasquidos con la boca y se lame los labios
- Abre y cierra la boca
- Succiona los labios, la lengua o las manos
Señales activas
- Busca el pecho de la persona que lo tiene en brazos
- Intenta ponerse en la posición correcta para la toma
- Está inquieto y se agita
- Se queja y respira rápidamente
Señales tardías
- Mueve la cabeza frenéticamente de lado a lado
- Llora
Si dar pecho no funciona
A veces la lactancia materna no funciona, o no se tiene el deseo de amamantar. Puede haber varias razones para ello y algunas mujeres lo viven como una derrota. En el estado emocional que suele caracterizar el período del posparto, es perfectamente normal para la madre sentirse decepcionada si la lactancia materna no está funcionando, si se trataba de algo que deseaba hacer. Recuerda que todos somos diferentes, y que el hecho de amamantar no te hace mejor madre.
El bienestar de tu bebé - Cosas que una madre primeriza debería saber
Las madres primerizas a menudo se preocupan por el bienestar y el crecimiento del bebé.
- ¿Come lo suficiente?
- ¿Está aumentando de peso?
- ¿Es normal que duerma tanto?
A continuación encontrarás algunas de las cosas que deberías esperarte durante las primeras semanas.
Sueño y contacto visual
Al principio, es perfectamente normal que el bebé pase la mayor parte del tiempo durmiendo. Aunque también debe haber momentos en los que esté despierto y alerta. El bebé aún no puede establecer un contacto visual y mantener fija la mirada. El contacto visual irá aumentando en las semanas sucesivas y, al igual que la presencia, es un aspecto fundamental para el desarrollo del bebé.
Señales de que el bebé está creciendo bien
- El bebé se interesa y se despierta para comer entre 6 y 8 veces al día como mínimo.
- Está calmado la mayor parte del tiempo y no está alterado o inquieto ni llora constantemente.
- Moja al menos 6 pañales al día y el tamaño de sus heces es proporcionado para su edad.
- Tiene un color de piel normal (no gris, pálido ni muy amarillo).
El cuidado del cordón umbilical
Después de que se corta el cordón umbilical, queda un muñón en el ombligo. Este muñón se secará y se caerá al cabo de unas semanas. Mantenlo limpio y seco y ten cuidado de no poner el pañal demasiado apretado en la zona del ombligo; debe quedar un poco flojo o doblarse de manera que quede debajo del ombligo. Si aparece sangre cuando el muñón empieza a desprenderse, límpiala delicadamente con algodón y agua limpia. También podría despedir mal olor.
Si das un baño al bebé antes de que se caiga el muñón, no le laves la cara con la misma agua que usas para el cuerpo. Límpiale la cara con agua fresca para evitar posibles inflamaciones en los ojos.
Sarpullido por calor y erupciones (acné del recién nacido)
La piel del rostro y del cuerpo del bebé podría llenarse de sarpullido o erupciones. Las erupciones son totalmente normales y se deben a las hormonas de la madre. El sarpullido se puede presentar si el bebé se ha envuelto demasiado y sufre un exceso de calor. Tócale el cuello; si está tibio y seco, el bebé estará cómodo. Si está caliente y sudoroso, querrá decir que el bebé tiene demasiado calor, mientras que si está frío, el bebé tendrá mucho frío. A los recién nacidos les cuesta regular su propia temperatura y a menudo se ven afectados por el ambiente. Por eso es importante saber si el bebé tiene mucho frío o mucho calor, tanto si te tumbas con él piel con piel como si lo llevas de paseo en la sillita.
Si la piel se pone amarilla
Dos o tres días después del parto, la piel de la mayoría de los bebés suele ponerse amarillenta. Esto se debe a la ictericia fisiológica, que se presenta en el 60 % de todos los recién nacidos y desaparece por sí sola al cabo de unas semanas. Si la piel o la parte blanca de los ojos del bebé no tienen una tonalidad amarillenta acentuada, no debería estar letárgico. Si tienes dudas, pide una consulta pediátrica. Se ha demostrado que las tomas frecuentes de leche materna reducen el riesgo de ictericia en los recién nacidos.
Las visitas de parientes y amigos
Tras el nacimiento del bebé, todos querrán venir a visitaros y traeros regalos, y desde luego también tú estarás ansiosa por mostrar tu maravilloso bebé a tus parientes y amigos. Sin embargo, es recomendable limitar las visitas durante las primeras semanas, ya que el descanso y el sueño son esenciales para la correcta instauración de la lactancia materna y para que te adaptes a tu nuevo papel de madre. Antes de recibir visitas, piensa en cómo te sentirás amamantando a tu hijo en público, en qué esperas de tus invitados y qué esperan ellos de ti.
Tener un recién nacido ya es bastante difícil sin tener que pensar en atender a las visitas. Deja que te mimen y pídeles que traigan bollos o bizcocho y que se hagan su propio café. Y no te preocupes si no has pasado la aspiradora o no has recogido la ropa cuando llegan. Invita solo a las personas más allegadas a participar de la paz y la tranquilidad del nido de tu nueva familia. Es importante saber pedir ayuda; pregúntale a Ellen, una madre soltera por elección, que nos cuenta por qué se necesita toda una aldea para criar a un niño.
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Me llamo Julie, soy matrona y trabajo en el Servicio de Atención al Cliente. Soy matrona desde hace 6 años, durante los cuales he acumulado experiencia en numerosas maternidades, incluida una estancia en Uganda. Proporciono al blog de Cryos conocimientos expertos sobre fertilidad, embarazo y parto. Espero ayudarte a acercarte un poco más a hacer realidad tu sueño de tener un hijo.
Julie